MUESTRA MÚLTIPLE
EN EL MUSEO DE LA CIUDAD
Los porteños
y sus sombreros
27/09/2012
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Hasta el
25 de noviembre se podrá visitar una interesante muestra fotográfica
titulada "Cuando los porteños tenían otras cosas
en la cabeza". Las fotografías sirven de marco a una
exhibición de sombreros que se logró reunir a través de los
años, gracias al aporte de innumerables donaciones
realizadas por particulares al museo. Junto a las fotos y
sombreros se muestra una colección de accesorios de
distintas épocas que definen la evolución de este
complemento del vestuario porteño. El Museo de la Ciudad se
encuentra ubicado en la calle Defensa 219, y los horarios de
visita son: de lunes a viernes de 11 hs a 19 hs, y sábados,
domingos y feriados de 10 hs a 20 hs.
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La historia
del sombrero se remonta a la más lejana antigüedad, ya que
protegerse del sol y la lluvia fue una insoslayable
necesidad, tanto de hombres como de mujeres. La propia
palabra sombrero nos indica la intención de que es algo
relacionado con la sombra, que obviamente él nos procurará
al mantenerlo en nuestra cabeza. |
La variedad de sombreros es
muy grande, sombreros de
paja, de fieltro, de paño,
capelinas, gorras, bombines,
galeras, sombreros para la
lluvia, para el sol, de
verano, sombreros para las
distintas ocasiones del día,
para mujeres o caballeros
elegantes, para el trabajo,
cascos para obreros o
soldados, gorras militares y
de uniformes, etc.
Esto nos hace ver que los
sombreros, a través de los
años, han dejado de ser sólo
un objeto utilitario sino
parte de la indumentaria de
hombres y mujeres.
Ya en el pasado cubrirse la
cabeza fue sinónimo de
coquetería y ambos sexos no
dudaron en rematar su
atuendo con sombreros que en
muchas épocas llegaron a
extremos que hoy nos
parecerían ridículos.
El siglo XVIII se pobló de
cabezas femeninas que no
conformes con llevar
voluminosas pelucas
empolvadas colocaban sobre
ellas sombreros descomunales
que servían a su vez de base
para acumular cuanta cosa se
les ocurriera a los
sombrereros. Plumas, cintas,
moños y drapeados, velos,
flores y broches se alzaban
como torres que debían ser
cuidadas con esmero pues
podían volar con la menor
brisa. Los siglos
posteriores fueron más
recatados, pero a los
modelos de la primera mitad
del siglo XIX; en que
convivieron elaborados
peinados femeninos adornados
con flores y broches, le
sucedieron otros mucho más
voluminosos y recargados de
adorno.
La moda masculina, en lo que
a sombreros se refiere, no
presentó grandes cambios
luego de que se dejasen de
usar aquellos que en siglos
pasados tuvieron gran
presencia, volumen y adornos
varios entre los que se
destacaron las plumas, las
hebillas y las cintas. Este
complemento de la vestimenta
adquirió su forma clásica
constituida por el ala, la
copa y la cinta que la
rodea.
El sombrero Rancho, que
obviamente tomó su nombre de
la fibra con que fueron
hechos, era muy popular en
las primeras décadas del
siglo pasado, en las
fotografías callejeras de
los años 20 y 30 es casi
imposible encontrar hombres
que no los llevaran. Se los
usaba de color natural, que
se cambiaba por el negro en
las épocas de luto.
El paño fue un material de
gran uso en la industria
sombrerera debido a su gran
ductilidad ya que a
diferencia de la paja o a
los tejidos de trama y
urdimbre, el paño esta
constituido por fibras
compactadas, lo que le
permite ser moldeado a
través de un proceso
especial que incluye hormas
que le dan su estructura
definitiva.
Hasta fines de los 50´ el
uso del sombrero fue
riguroso no importando la
clase social a la que se
perteneciera, salir a la
calle sin él era casi
inconcebible.
Carlos Davis
Fuente:
Eduardo Vázquez (Director del Museo de la Ciudad) - Prensa Dirección General de Museos