LOS FESTEJOS DEL
ASCENSO
En la hora de
la gloria
08/05/2008
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El festejo por el
campeonato abarcó buena parte de la ciudad. No sólo en
Floresta se do rienda suelta a la alegría, sino que también
se sumaron los barrios cercanos al sentimiento blanquinegro
tales como Montecastro, Villa del Parque y Villa Devoto. La
jornada fue extraña, baste quizá con decir que el Albo fue
el primer campeón cuyo público no pudo estar presente en la
cancha en el momento de la coronación. Esto no fue
impedimento para que los hinchas vivieran la euforia, en
especial cuando se encontraron con el micro que traía a sus
gladiadores de regreso al Malvinas Argentinas.
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Durante el
partido el buffet del club con su pantalla gigante fue un
hervidero donde la pasión, la alegría, la emoción que
arrancaba lágrimas, se instaló de manera definitiva. El Albo
de Floresta le ganaba a uno de sus rivales más reconocidos y
además salía campeón del torneo logrando el ascenso tan
soñado.
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Al finalizar al partido
el barrio se vistió de blanco y negro. Las banderas y la
gente inundaron calles. Los autos y los bocinazos le decían
al mundo que el Albo volvía de manera majestuosa (ganando de
punta a punta el campeonato) al sitial de honor del que
nunca debió haber bajado.

Pocos clubs como All
Boys representan de manera tan potente la simbiosis entre la
institución y su lugar de pertenencia. Cuando uno dice All
Boys dice Floresta. Floresta es el barrio que lo vio
nacer, crecer, desarrollarse como grande. Floresta y All
Boys son sinónimos. Poco importa si el club se yergue hoy
dentro de la geografía de Montecastro. Floresta es un
sentimiento y los sentimientos no reconocen definiciones
precisas, ni límites marcados, ni recortes distintos a los
que el sentimiento marca.

All Boys nació en
Floresta. Fueron un puñado de muchachos, allá por 1913, los
que movilizados por las ganas de jugar al fútbol, de
competir, de salir a mostrarse por el resto de los barrios,
fundaron una institución que por aquel entonces era poco más
que un nombre que los definía y unos colores que los
convocaba.

Quizá ninguno de ellos
llegó a soñar con este desarrollo, con este crecimiento
implacable, con el sentimiento de pertenencia que el barrio
tiene por sus colores. Quizá ninguno de aquellos pibes haya
soñado con momentos como este, de gloria plena, de
satisfacción infinita...

Quizá por eso,
precisamente por eso, debamos asumir la grandeza de esta
gesta, de esta hazaña deportiva. El Albo supera a los sueños
de sus creadores... Levantemos la copa (la del brindis y la
del campeonato) por los que pasaron antes que nosotros, por
los que sostendrán la gloria en el futuro, pero
fundamentalmente por el barrio, por los dirigentes y por los
jugadores que hicieron posible que el sueño colectivo se
convirtiera en un delirio compartido.
Carlos Davis

¡Vamos Albo!
¡Dale campeón!
Fotos:
Bernardo Luqui - La Nación - Clarín