El
Hospital Bernardino
Rivadavia, el más antiguo
del país, nació por la
demanda consecuente del
crecimiento demográfico de
Buenos Aires y fue
inaugurado el 28 de abril de
1887 por el entonces
ministro del Interior Dr.
Eduardo Wilde. El
establecimiento tenía una
capacidad de trescientas
camas y constaba de cinco
pabellones, cuatro para
Clínica Médica y Quirúrgica,
y otro para Maternidad,
además de la Capilla y
servicios complementarios
como administración, baños,
cocina, etc.
Haciendo un poco de
historia
Bernardino Rivadavia fue
ministro en la Provincia de
Buenos Aires y presidente de
la Nación. Fundó en 1821 la
Universidad de Buenos Aires,
el Colegio de Ciencias
Morales en 1822, y la
Sociedad de Beneficencia en
1823. Inacautó durante ese
año el Hospital de Mujeres,
predecesor del actual
Hospital Rivadavia. Esta
institución había sido
fundada, en 1774, por una
cofradía religiosa de laicos
llamada Hermandad de la
Santa Caridad de Nuestro
Señor Jesucristo, con sede
en la "manzana de San
Miguel" (Suipacha, Perón,
Esmeralda y Rivadavia).
Mediante un decreto el
gobierno lo traspasó a manos
estatales.
Las damas de la Sociedad de
Beneficencia se hicieron
cargo de los destinos del
hospital desde la caída de
Rosas en 1852, hasta el año
1946, en que el Poder
Ejecutivo Nacional
extinguiera su acción, al
decretar su intervención,
por razones políticas.
Cuando
Rivadavia marchó al exilio,
del Sar quedó al frente del
Hospital hasta que lo
sustituyó un tal don Manuel
Obligado.
Rosas nombró entonces a Juan
Carlos Rosados quien
desarrolló una muy buena
labor.
En 1822 el nosocomio
constaba de tres salas
principales, y de otra
pequeña en cuyo interior
había una botica. También
existían unas piezas
destinadas a las actividades
burocráticas. Hacia 1825 el
piso de tierra comenzó a
embaldosarse. El Estado hizo
construir además "una sala
nueva de 32 varas de largo
con 20 camas, una capilla y
varias oficinas". La gente
de color y las esclavas eran
acogidas en una sala
especial "afín de conseguir
el mayor aseo y no confundir
a las personas".
Había enfermeras y
sirvientas, cuya proporción
variaba en relación a las
camas ocupadas. También
existían portera, lavandera,
cocineras, ayudantas de
cocina, despenseras,
mandadero, ropera,
colchoneras etc., no
faltando un ecónomo que
subvenía a los gastos
menores. Todos bajo las
órdenes de una Rectora.
Las visitas tenían lugar los
jueves y domingos. Los
hombres sólo podían hacerlo
munidos de una orden de ésta
o del Administrador, a
condición de su parentesco
con las internadas. Cabe
repetir, para finalizar, que
la Sociedad de Beneficencia
se hizo cargo del Hospital
al ser restablecida, después
de Caseros, y que se
desempeñó siempre de manera
brillante. Recién cuando el
nosocomio se trasladó a
Palermo, en 1887, agregó a
su nombre de "Hospital
General de Mujeres" el de su
laico patrono, el señor
Rivadavia. Luego se lo
nombró Hospital Rivadavia a
secas, para abreviar, lo que
resultó útil porque al
ingresar los hombres y se
hizo mixto (a partir de
1946), no fue preciso
cambiar el título.
Denominaciones posteriores
como "CAMI - Rivadavia
Peralta Ramos" (CAMI: Centro
de Atención Médica Integral)
y "UAMI - Rivadavia -
Peralta Ramos (UAMI: Unidad
de Atención Médica
Integral), ocurridas en 1968
y 1970 respectivamente,
fueron poco felices y
aceptadas a regañadientes
por los integrantes de la
Casa. Desde 1978 devino
oficialmente "Hospital
Nacional Bernardino
Rivadavia", y "Municipal"
-en vez de "Nacional"- desde
junio de 1992.
Por la probada dedicación
del prócer a la institución,
así como por haber sido el
fundador de la Sociedad de
Beneficencia de la Capital,
esa ilustre entidad que
rigió al Hospital durante 94
años, el nombre de RIVADAVIA
debe lucir estampado por
siempre en nuestro
frontispicio, para ejemplo
de los argentinos y de los
que nos conocen allende
nuestras fronteras.
Carlos
Davis
Fuente: Revista
Médico-Quirúrgica de la
Asociación Médica del
Hospital Rivadavia, Año
XXXVIII, N° 114, Buenos
Aires, junio de 1995)